El pasado 21 de abril el mundo presenció la muerte del mandatario de la Iglesia católica, el Papa Francisco. La noticia conmocionó no solo a los fieles, sino también a la sociedad en general, un fenómeno particular teniendo en consideración el declive de la popularidad de la Iglesia católica en los últimos años.
El Papa Francisco asumió el mandato de la Iglesia católica en el año 2013, desempeñándose durante 12 años y 39 días en el cargo. Jorge Mario Bergoglio, sacerdote perteneciente a la Compañía de Jesús, hizo historia, no solo por ser el primer Papa jesuita, sino porque también se trató del primer religioso latinoamericano en ocupar el puesto.
En este contexto, la académica especializada en sociología de la religión, Maureen Neckelmann, conversó con Fast Check CL en torno a la importancia del cónclave a nivel político y social, el cual comenzó este 7 de mayo y que muy pronto nos entregará luces del próximo papa.
Titulada como Socióloga de la Universidad Católica de Chile (UC), Neckelmann ha enfocado su trabajo en el estudio de la práctica religiosa en el Chile actual, abordando aspectos como la religiosidad popular, la fe entre los jóvenes y su transmisión entre generaciones. La actual docente de la UC, además cuenta con un master en estudios socioculturales y obtuvo el grado de doctora en Sociología en la Universidad de Edimburgo, Escocia.
“Lo que pasa allá adentro se mantiene como algo que sigue lógicas que no son puramente políticas”
— Entendiendo el Cónclave tanto como ritual, pero también como proceso político, ¿qué factores lo convierten en un proceso llamativo frente a otros mecanismos de elección institucional en el mundo actual?
El misterio y la oscuridad de este proceso hace que genere interés y que tenga una suerte de prestigio que lo hace una elección distinta a la de cualquier otra institución, donde no operan los criterios democráticos, sino que se intenta demostrar simbólicamente que acá está pasando algo que trasciende lo terrenal.
Lo que pasa allá adentro se mantiene como algo que sigue lógicas que no son puramente políticas, a pesar de que las consecuencias sean muy importantes a nivel institucional, cultural y, por supuesto, político. Llama la atención porque se trata de una elección más secreta en un mundo actual donde la transparencia institucional es lo que prima.
— Actualmente se habla de una crisis en la Iglesia y de una sociedad secularizada. Entonces, ¿por qué la elección de un nuevo Papa sigue generando tanto interés mediático?
Que un evento tan institucional como la muerte y elección de un Papa genere ese impacto e interés en las personas es muy notable, y habla también de que todo estas estas ideas de que la religión se retrae del espacio público y que ha perdido su relevancia pública, no parecen ser tan así.
Es un misterio muy atractivo para sociedades que estamos acostumbrados a que todo se muestre, eso produce mucho interés y curiosidad. Toda la estética y ritos tan llamativos producen esta fascinación por conocer cada detalle de lo que está pasando.
— ¿Qué cambios sociales suele generar la elección de un nuevo Papa, tanto entre los fieles como en la sociedad en general?
Efectivamente, a nivel global esto es muy significativo pensando que hay cardenales de distintas partes del mundo. Ahí es muy interesante cómo Iglesias fuera de Europa pueden empezar, eventualmente, a tener un peso mayor.
Pensando en Chile, donde el Papa Francisco fue una figura muy cercana a lo que pasó en los últimos años en la Iglesia chilena que en las últimas décadas ha tenido muchas transformaciones. En el fondo, el Papa Francisco representa esa época de crisis en la Iglesia, y su visita como que destapó la olla de la crisis de la Iglesia y la crisis de afiliación

— ¿Cuánto peso tienen las expectativas externas de los medios y de la opinión pública global en la decisión de los cardenales para la elección de un Papa? Entendiendo que es un modo en que la Iglesia busca representarse ante el mundo.
La Iglesia no es una institución ajena a la sociedad, de hecho, está profundamente implicada con lo que está pasando en el mundo a nivel global y con los desafíos culturales de esta época. Lo que se decida en el Cónclave nos podría dar indicios de cómo la Iglesia está mirando la situación global.
Hacerse a puertas cerradas tiene que ver más bien con el símbolo del misterio de lo que ocurre ahí, no significa que la elección se haga sin mirar hacia fuera. Imagino que los cardenales van a tener esa capacidad de entender el mundo en el que estamos, los desafíos de la cultura, y probablemente, van a tener eso en mente.
— ¿Cómo podemos extrapolar las tensiones internas entre posturas conservadoras y reformistas sobre los procesos de cambio y adaptación dentro de las religiones en contextos contemporáneos?
Lo que pasa en el mundo, en la política y en la cultura es algo que también se refleja en las instituciones, y por cierto también en la Iglesia que aunque lidie con lo divino, es una institución humana. El riesgo ahí es la polarización, la guerra cultural a nivel global que estamos experimentando y creo que la Iglesia en ese sentido está llamada más bien a conciliar.
No creo que sería algo esperable ni deseable que esa polarización que vemos a nivel político tenga un correlato en lo que está pasando en la Iglesia. Eso puede ocurrir y creo que este momento es una oportunidad para demostrar que es posible una Iglesia y un líder que supere un poco esas divisiones que estamos experimentando como sociedad.
