Una investigación liderada por Chequeado y realizada en colaboración con Fast Check CL (Chile), Animal Político (México) y La Silla Vacía (Colombia) —todos miembros de la red LatamChequea— analiza cómo circulan y se propagan los discursos anticiencia en Latinoamérica. A continuación, presentamos los principales hallazgos con foco en el caso chileno.
Pseudoterapias, vacunas y desinformación en salud
En los cuatro países analizados —Argentina, México, Colombia y Chile— circulan narrativas que promueven tratamientos sin evidencia científica y, en muchos casos, peligrosos para la salud. Desde falsas curas contra el cáncer con bicarbonato o agua alcalina, hasta teorías conspirativas sobre organismos internacionales como la OMS o el Foro Económico Mundial.
En Chile, se difunden afirmaciones engañosas que sostienen que el bicarbonato de sodio puede curar el cáncer o que el dióxido de cloro es eficaz para tratar enfermedades como el autismo. También se han detectado contenidos que promueven el uso de agua de mar para curar la hipertensión o la diabetes.
Respecto a las vacunas, algunos personajes públicos han difundido información falsa. Por ejemplo, el diputado y candidato presidencial Johannes Kaiser afirmó en marzo de 2025 que los recién nacidos reciben 72 vacunas cargadas de metales pesados, lo cual es falso.
No obstante, Francisca Eade, coordinadora de fact-checking de Fast Check CL, explicó que en Chile “no hay tanta resistencia a las vacunas ni un discurso antivacuna tan orquestado”. Aunque hay actores que difunden mensajes falsos, su visibilidad e impacto siguen siendo relativamente bajos.
Género, salud y desinformación
Uno de los focos más activos de desinformación en la región gira en torno a la identidad de género y la salud sexual y reproductiva, muchas veces enmarcados en narrativas sobre la llamada “ideología de género”.
En Chile, circulan contenidos falsos que aseguran que el gobierno de Gabriel Boric redujo la edad mínima para el cambio de sexo registral a 3 años, o que médicos realizan tratamientos hormonales sin supervisión a menores de edad. También se han viralizado declaraciones falsas atribuidas a figuras internacionales como Nayib Bukele, presidente de El Salvador, sobre castigar con cárcel a quienes realicen cirugías a menores.
La situación cambia en México, por ejemplo, donde las narrativas se concentran en supuestas curas naturales para enfermedades graves como el dengue o el cáncer, y desinformaciones sobre vacunas que incluyen teorías conspirativas sobre las farmacéuticas. En Colombia, las narrativas se mezclan con el debate político y la desconfianza hacia instituciones, sumando desinformación sobre vacunas vencidas y leyes que, según falsos relatos, “imponen la ideología de género”.
En Argentina, en cambio, hay una mayor circulación de teorías más extremas, como el terraplanismo, el negacionismo climático o los chemtrails, así como la desconfianza hacia organismos internacionales y científicos.
Cambio climático y teorías conspirativas globales
A diferencia de Argentina, donde el terraplanismo, los chemtrails y otras teorías tienen más eco, en Chile esas narrativas tienen escasa circulación. Sin embargo, sí se detectan contenidos que desinforman sobre fenómenos naturales en el extranjero (como huracanes o tormentas en EE.UU. o España) o que apuntan contra organismos internacionales como el Foro Económico Mundial o el Banco Central Europeo.
¿Qué se puede hacer?
La desinformación científica no solo afecta la salud, sino que polariza el debate público, fomenta el odio y debilita la democracia. Combatirla exige estrategias múltiples: desde contrarrestar los contenidos falsos con información de calidad, hasta fomentar el pensamiento crítico y la alfabetización mediática.
Esta investigación forma parte del proyecto de Chequeado “Desinformación sobre ciencia en la Argentina y en América Latina”, con el apoyo del Pulitzer Center, y contó con la colaboración de Fast Check CL, La Silla Vacía y Animal Político.
