El Partido de la Gente (PDG) se consolidó como la tercera fuerza política del país tras las elecciones del 16 de noviembre, quedando a poco más de 4 puntos del republicano José Antonio Kast. Asimismo, consiguió 14 diputados, quitándole a la derecha la posibilidad de contar con una mayoría amplia y a la izquierda la opción de tener un conglerado más fuerte.
Entre los candidatos electos por el PDG se encuentra Pamela Jiles, quien alcanzó la segunda mayoría nacional con 94.478 votos, solo superada por el socialista Daniel Manouchehri. También se sumaron al plantel parlamentario Zandra Parisi, hermana del candidato presidencial; Cristian Contreras, conocido como «Dr. File»; y Javier Olivares.
En ese contexto, Fast Check CL conversó con Juan Marcelo Valenzuela, diputado electo por el Distrito 7 y panelista recurrente del programa de streaming Bad Boys. Valenzuela ha sido parte del diseño interno del partido desde su creación y forma parte del círculo cercano de Franco Parisi.
En esta entrevista, «JuanMa» Valenzuela profundiza en la identidad política del PDG, la composición de su electorado y los desafíos legislativos que enfrentará la bancada en este nuevo ciclo. «Cometimos varios errores de principiante, pero esas lecciones están aprendidas», afirma.
Asimismo, aborda el rol que tuvieron las encuestas en la primera vuelta y la posición que adoptará el partido de cara a la elección presidencial de diciembre. Al respecto, señala: «Si es Jara o Kast, no somos ni facho ni comunacho».
“Franco nos da igualdad de condiciones para competir con máquinas electorales”
— ¿A qué le atribuyen el buen desempeño que tuvieron en esta elección?
El PDG nació muy rápido en 2021, casi como una respuesta espontánea al malestar ciudadano con la política tradicional. Cometimos varios errores de principiante, pero esas lecciones están aprendidas. Con el tiempo hemos ido madurando. Hoy tenemos un partido mucho más robusto, y eso se debe —en gran parte— a haber encontrado un liderazgo claro dentro del partido, representado por nuestro presidente, Rodrigo Vattuone.
El Partido de la Gente, fiel a sus convicciones, ni facho ni comunacho, decidió competir sin pactos electorales. Eso implicó un despliegue mayor: buscar candidatos, completar listas y asegurarnos de que fueran competitivos, preparados y con una fidelidad distinta a la de 2021. Otro pilar importante ha sido trabajar en silencio, con rigor y disciplina, incluso cuando medios y analistas políticos daban por muerto al PDG.
— ¿Cómo definiría al votante del PDG? ¿Por qué crees que ese votante se decanta por ustedes y no por otro partido?
Es una persona que es pobre para un crédito hipotecario, pero rico para acceder a un subsidio del gobierno. Esa clase media olvidada que lo paga todo, que es muy golpeada y muy dejada de lado. Es gente con espíritu emprendedor, que se para sobre sus propios pies y quiere salir adelante, pero que siente que el Estado le hace la vida demasiado difícil.
Respecto de por qué nos elige, la gente no vota por quien no conoce ni por quien no la interpreta. Esas dos variables son clave. El Partido de la Gente tiene una alta capacidad de interpretación, pero todavía bajo nivel de conocimiento. Si logramos subir esa variable, el PDG perfectamente podría ser el número uno a nivel nacional. Estamos iniciando un camino para profundizar esa presencia, con reconocimiento y trabajo real de liderazgos locales. Pero recién estamos comenzando.
— Específicamente, ¿qué supo leer el Partido de la Gente a diferencia de los otros partidos?
Mi abuela decía: «El que no lo vive, no lo siente; y el que no lo siente, no lo entiende». Es muy difícil conectar con los dolores de la gente desde Santiago o desde la cota mil. Terminas simplificando la realidad y ofreciendo soluciones que no rascan donde pica; lo hablo en buen chileno, para que se entienda. El PDG tiene un plus de origen, de venir desde donde están los problemas. Hoy, además, hemos incorporado filtros para que nuestros candidatos provengan de esos territorios, pero también cuenten con preparación. Algunos movimientos dicen “que suba el pueblo”; sí, pero con preparación, si no, se vuelve algo muy fugaz.
Eso es lo que buscamos conjugar: que se entienda que para llegar a fin de mes se necesita un alivio económico, pero eso no se hace subiendo el sueldo de manera artificial, porque eso genera inflación. Necesitamos menos burocracia, más inversión. La inversión genera empleo, el empleo pone dinero en los bolsillos y eso mueve la economía local.
— En las elecciones municipales de 2024, con voto obligatorio, el PDG obtuvo un resultado mucho peor que el del domingo, ¿atribuyen ese mejor desempeño a un cambio de estrategia o al arrastre de Franco Parisi?
Dos variables clave. En la elección municipal no llevamos listas completas, y además existe una diferencia enorme en el flujo de dinero disponible según el tipo de elección. Cuando compites para una alcaldía, te enfrentas a seis o siete candidatos. En cambio, en una elección de diputados puedes competir contra 90. Cuando hay pocos candidatos, el flujo de dinero de partidos y colaboradores externos es brutal. Es como si el PDG fuera un kiosco de esquina compitiendo contra Falabella. El dinero todavía juega un rol muy importante en la política, y el PDG es más fuerte cuando las reglas del juego son parejas
Y, por supuesto, Franco Parisi es un plus extraordinario. Es un candidato muy competitivo y eleva al Partido de la Gente. Pero hay que considerar las diferencias: el volumen de carteles de Matthei, el de Kast, los estilos de cierre de campaña. Franco compensa esa desventaja con una épica de ideas, y eso le suma al PDG. Franco nos da igualdad de condiciones para competir con máquinas electorales como los grandes conglomerados.

“Hoy día la tarea es de Jara y de Kast, salgan a ganarse el voto”
— ¿Por el momento no planean entregar alguna preferencia desde el partido hacia algún candidato?
Ni por un lado ni por otro. Si es Jara o Kast, no somos ni facho ni comunacho. Es muy importante entender que hay que salir a ganarse el voto a la calle. Franco estuvo en la Avenida Argentina en Valparaíso; ahí está la gente real, la gente que está molesta y que te dice las cosas en la cara. Franco iba de un lado a otro: «Dígamelo, dígamelo. Esta es la solución que tenemos» o «No, esto no te lo puedo prometer; esto sí». Hablar con honestidad, cara a cara, es algo que no he visto en los otros. Hoy día la tarea es de Jara y de Kast, salgan a ganarse el voto.
Además, hay que ser claros: el voto no es nuestro, eso sería de una arrogancia tremenda. La gente busca sentirse interpretada por ideas. Lo que sí puedo decir es que respeto profundamente a la institución de mi partido y hoy estamos trabajando internamente para construir una consulta que permita preguntarles a nuestros militantes. Eso podría ser una señal para nuestros electores, lo que es distinto. A los militantes les vamos a preguntar y cuando tengamos el resultado, lo comunicaremos.
— Desde la candidatura de Jeannette Jara se está apelando al apoyo de los votantes del PDG más que al respaldo directo de Parisi, ¿qué impacto real tiene ese vínculo?
Voy a ser muy respetuoso con esto, porque hoy todo el mundo está pendiente de lo que decimos. En la segunda vuelta de 2021, el presidente Boric hizo una franja prometiendo bajar los sueldos a cinco millones de pesos, que estaba en contra del pituto y no lo cumplieron. Es más, se subieron algunos sueldos. Entonces, no basta con tomarlo, porque la gente aprendió. Cuando vemos que toman propuestas del PDG, no basta con eso, porque ya lo han dicho antes y no lo han cumplido.
— En la parlamentaria anterior tuvieron seis escaños y todos terminaron desvinculándose, ¿cómo planean evitar una nueva fuga de legisladores?
Primero, la fuerza de la realidad es muy poderosa: de los seis diputados que se fueron, cinco no lograron ser reelegidos. Segundo, con el aumento del padrón electoral, la exigencia para formar y sostener un partido político se disparó. Si antes ya era difícil levantar y mantener un partido, imagínate hoy. Desde esa perspectiva, no sé si es tan atractivo para un parlamentario arriesgar salir de la escudería que lo llevó al Congreso.
Por varias razones: quedas sin casa y cuando llegas a otra no lo haces como prioridad, probablemente vas a ser el pelo de la cola del león. Además, hoy estamos logrando construir una fuerza relevante, una fuerza bisagra. También hemos escogido —con prudencia— a personas que creemos más preparadas y que entienden que su rol va más allá de un proyecto individual. Representan un proyecto colectivo que encarna a la clase media y a la clase media emergente.
— ¿Cómo definirías en términos políticos a la bancada que se conformó? ¿Van a votar como bloque o van a dar libertad de acción a sus parlamentarios?
Como una bancada de la gente, de la clase media, del chileno de a pie. La bancada va a apoyar todo lo que beneficie directamente a las personas. Para ser concreto: si el próximo gobierno impulsa la propuesta del PDG de eliminar el IVA a los medicamentos, contará con nuestros 14 votos. Si busca robustecer el sistema de pensiones a través del consumo para generar más flujo y financiar mejores jubilaciones, contará con nosotros. Si quiere reducir el IVA de la canasta básica, también tendrá nuestro apoyo. Cuenten con nosotros siempre y cuando vaya en beneficio de la calidad de vida del chileno de a pie.
Por eso, en primera instancia, buscamos votar en bloque. Llegamos como bloque y nos tenemos que mantener como bloque. Evidentemente, va a depender de cada proyecto, pero las grandes leyes vamos a estar en bloque y del lado de la gente.

Sobre las encuentas: “Nos quitaron la segunda vuelta y le mataron la ilusión a la gente”
— Quedaron cerca de pasar a segunda vuelta, ¿van a comenzar a operar con una lógica más tradicional para apuntar a ganar en cuatro años más?
Vamos a trabajar con un diseño de largo plazo. Primero, mantener unida a nuestra bancada; esa es la principal lección que debemos aprender. Segundo, dar señales claras de que la clase media llega efectivamente al Parlamento para mejorar las condiciones de vida de la clase media, del chileno de a pie. Tercero, vamos a bajarnos los sueldos. Es un compromiso que asumimos y que yo, en particular, anuncié en campaña. Desde marzo, destinaré 700 mil pesos mensuales a fondos de rescate animal y 300 mil a juntas de vecinos, adultos mayores o lo que se necesite. Esas son medidas concretas: en vez de decir que no vinimos por las lucas, vamos a demostrarlo con acciones.
Por último, nos vamos a vincular con Franco, a quien esperamos tener como asesor económico, para demostrar que el Partido de la Gente es una fuerza sólida, la tercera fuerza, y consolidar a Franco, que en cuatro años tiene la primera opción de ser presidente de Chile.
— Sobre lo ocurrido con las encuestas, ¿en qué creen que están fallando al no captar la masa de votantes del PDG?
El error con Franco Parisi ha sido persistente. Ese problema no lo Bloomberg o Pulso Ciudadano, que dos días antes de la elección publicó un sondeo donde Franco aparecía tercero. Pero eso se publica dos días antes, en veda, lo que no sirve: ya generaste antes una sensación ambiente completamente distinta. Las encuestas, al final de sus informes, ofrecen servicios de marketing; ni siquiera lo esconden. Llegando al Congreso hay que hacer una Ley Mayol o una Ley Cadem, que establezca una institución autónoma, que proponga una metodología seria, exigencia de estudio en terreno y tamaños muestrales decentes. De lo contrario, cualquiera puede salir a instalar cualquier cosa.
Es muy extraño: no midieron bien a Franco en 2013, no lo midieron bien en 2021 y tampoco ahora. La último reflexión sobre esto: la oda a Johannes Kaiser el último mes fue un escándalo. No tenemos problema con eso, siempre que esté apegado a la realidad. Pero se habló del «efecto Kaiser», de que se estaba comiendo a Kast, de que era la sorpresa. Lo inflaron a tal nivel que parecía inevitable que pasara a segunda vuelta, y no alcanzó el 14%. En cambio, a quien tiraron al piso con un 5%, terminó sacando 20%. ¿Qué habría pasado si se transparentaba la realidad?
— Pero, ¿están apuntado a un error metodológico general o directamente a una manipulación de los datos?
Tenemos una duda legítima, pero hablamos desde la prudencia, porque nadie puede afirmar algo así sin pruebas. Lo que tenemos son hitos. Por ejemplo: Franco, en Cadem, llegó en un momento al tercer lugar. Ese es un hito. Matthei bajó al cuarto, queda la escoba en términos electorales. Desde ese punto, Franco solo empezó a bajar en encuestas. Pero en la realidad, tenía hitos comunicacionales muy fuertes, con conexiones emocionales que hicieron que sus visualizaciones en redes pasaran de 20 millones a 50 millones en dos semanas. Nada de eso lo recogieron las encuestas.
Nos quitaron la segunda vuelta y le mataron la ilusión a la gente. Había un voto útil enorme. Entraron cinco millones de nuevos electores que no estaban vinculados ni a la izquierda ni a la derecha. Nos hicieron daño, nos quitaron la segunda vuelta.
























